Santa pasó por Aleppo
y encontró a tantos niñitos
que llamó al Niño Jesus:
.- En mi asombro ya no quepo
Piernas, ojos y bracitos
ponme ya en un autobús!
Y el Niño le contestó:
.- No dudo que eso te duela,
y ahora imagínate yo,
que estoy viendo a Venezuela!

Del Whatsapp de un buen amigo y de la pluma de Camus.

LA PESTE

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Muchos jóvenes me han preguntado cómo es posible que esto esté sucediendo en Venezuela, o por qué la gente no hace nada, si somos la mayoría. Con todo respeto, voy a utilizar la lectura de un libro, La Peste, de Albert Camus, y así tratar de explicar por qué no actuamos como deberíamos.

Los sucesos comienzan en una ciudad llamada Oran, en Argelia, cuando un joven doctor tropezó con una rata muerta en el descanso de su escalera. Como no había ratas en su casa, pensó que se trataba de una broma y lo único que hizo fue apartarla y notificarle al conserje. Al día siguiente, éste último fue quien le notificó al doctor que el bromista había dejado otras tres ratas muertas; pero, ambos siguieron su camino.

A partir de allí el libro relata las distintas reacciones de los ciudadanos al ver los montones apilados de ratas muertas. Unos exclamaban:

– ‘A mi casa no han llegado’.

Otros decían:

– ‘Son cosas que pasan’.

Algunos se frotaban las manos alegremente afirmando que las ratas, finalmente, estaban saliendo de su escondite. Otros se marchaban sigilosamente, pero la mayoría – como en Venezuela – siguió con sus vidas inmersas en el día a día y viendo cómo crecían los montones de ratas. Nadie hizo mucho.

Las ratas desaparecieron como llegaron, de forma imprevista y la ciudad respiró, hasta que apareció el primer muerto; quien, para asombro del lector, fue el conserje que encontró las tres ratas.

Poco a poco, la sorpresa se convirtió en miedo y ésta en pánico, cuando la gente comenzó a morir como las ratas; pero, aun así, nadie hacía mucho. Cuando eso llega, apenas en las primeras treinta páginas, Albert Camus, se incorpora al relato para hacer las siguientes reflexiones:

"La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre piensa que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar".

"Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas".

La gente se dice:

– ‘Esto no puede durar, es demasiado estúpido’.

“Pero esto no impide que dure”, – porque – “la estupidez insiste siempre”. En nuestro caso nadie creyó cuando el "líder del proceso" habló de socialismo, ¿En pleno siglo XXI? Nos dijimos – "Esto no puede estar pasando, es demasiado estúpido", pero la primera recuperación de tierras se convirtió – como las ratas – en cuatro millones de hectáreas arrancadas de sus dueños.

A la primera empresa expropiada, pensamos lo mismo – "Debe ser esa únicamente, porque es demasiado estúpido" y, de allí, cerraron ocho mil empresas. Han pasado los años y pensamos: –"en el 2012 terminará esta pesadilla". Pero, terminará siempre y cuando los venezolanos entendamos que, este asunto de sacar a Venezuela del infierno en el que ha estado sumida, es responsabilidad absoluta de todos nosotros. Acabará cuando comprendamos que vivir en Democracia y ser ciudadanos de una Nación, es cosa muy seria. Seremos de nuevo un País, solamente cuando entendamos que no podemos continuar sentados en nuestras casas esperando al "líder de la oposición" para que nos saque del atolladero.

Los pueblos que hoy son libres y prósperos no tienen líder, porque el "líder" de un País civilizado es su pueblo indignado, que un buen día decidió no aceptar más vejámenes y salió a la calle sin miedo a apoyar a aquél que clamó a los cuatro vientos lo mismo que su corazón le increpaba. Podemos hacer que cambien las cosas. Si no lo hacemos este año, la estupidez continuará insistiendo hasta que el ciclo termine, pero con nosotros.

El nivel de interés acerca de esta excelente reflexión te indicará si debes o no compartirla con todos sus amigos.

Cuando Venezuela le duela y le importe a cada venezolano, entonces, seremos todos líderes y acabaremos con La Peste.

¿Dónde?

Buscar nuestro centro no es renunciar a la lucha. 

Es renovar las armas para un nuevo estilo de combate. 

Preparo unas lecturas para q me acompañes al centro de nuestra esencia. Me ayudes, ayudándote y podamos juntos  recuperar la paz interior que es el dintel de entrada a la felicidad, en serenidad. 

Espero te sirvan y quieras venir conmigo: 

¿Y AHORA, DÓNDE ME ESCONDO DEL ÉXITO? 

-. Qué piensas hacer cuando el próximo éxito te atrape? 

Hacia dónde correrás?

En cuál lugar piensas esconderte? ¿Cuánto tiempo crees poder permanecer fuera de la vista de la inevitable caza que te darán, el éxito, la felicidad, la fortuna?

No quedaste en sus garras porque eras joven y ágil. Hoy, no estas demasiado viejo pero los años pasan y pesan. Se cansa el ser de la constante escapa. De la permanente lucha contra lo inevitable. Eres un mal ejemplo de la inevitabilidad del triunfo, pero ya se te acabó. Caerás mas temprano que tarde. Y ya es tiempo de que te entregues a ella. Dale la bienvenida. Acéptala y deja que te tome para el resto del camino. No creas que es corto y tampoco sueñes con poder esquivarla más…

Esto cavilaba en la soledad de su habitación. Una habitación de hotel. Cuántas habitaciones. Cuantos hoteles. Cuánto traslados. Y aprender por fin, ahora, que todos los traslados te llevan al mismo lugar, si no quieres salir de ti. Si no puedes mirar lo que te rodea y al menos ensayar un asombro. La imperturbabilidad es exclusiva de los muertos, me dice una amiga. Y tal vez de los sabios y los iluminados, le agrego, que no es nuestro caso. Por tanto, el resto debemos quedar boquiabiertos o al menos, abrir mucho los ojos  ante las cosas. Al menos ante ciertas cosas.