Hoy nació un hombre de luz, amor y paz que no vaciló en emprenderla a la fuerza, contra los invasores de su Casa hasta sacarlos. Ese es un verdadero hombre. Y no el que se esconde dentro de un uniforme o detrás de una corbata, justificándose con unas normas contenidas en una putrefacta Carta Magna. Y menos quien se asocia con ellos para perpetuar la invasión. En su reino no hay espacio para cobardes ni traidores.
Cristo sí vive. El otro no.