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Sunday, May 19, 2019


ARTICULILLO


"El Laberinto de Los Espejos" 
por Orlando Urdaneta

Es este laberinto un gigantesco cubo suspendido en la nada, que lleva por dentro todo un país. Porqué espejos se preguntaría uno. Muy sencillo, porque te devuelven tu propia imagen, algo con lo cual ya estas familiarizado y escasas veces eres critico de ti, a menos que sea algo que sabes, resolverás de inmediato, acomodando un mechón por acá y otra cosa por allá.
Dentro de la gigantesca cava flotante convive todo el elenco que conforma eufemismos como, patria, nación, habitantes, demográfica, masa y tantos otros. La pobreza y la miseria que cada vez se tocan mas de cerca, donde la primera es definitiva e irremediablemente devorada por la segunda, se encuentran, solo en el espejo, con el poder y el dinero, con la opulencia y la aceptación de la condición particular de cada reflejado. Si te vas por alguna corredor alterno pasaras frente a los que se reflejan comiendo de la basura. También veras allí imágenes de niños vivos a muertos en cajitas de cartón. Mortajas premonitorias de un seguros destino. Los perros y las ratas se disputan la carroña con la gente, dentro de otra gigantesca luna, como le llamaban a los espejos de los escaparates, en una pelea nada desigual, ya que en miseria, una rata, un perro y una persona, ocupan la misma categoría. Son peligrosos hasta entre ellos.
De otra parte llegan aromas a buena comida y se mezclan con perfumes, agua de colonia y desodorantes de ambiente. Es la gente que puede. Así se les llama: los que pueden. No están todos en el mismo lote. Algunos pudieron siempre y con todo el derecho. Otros, llegaron a poder por caminos sanos. Otros por los sinuosos, ilícitos, non santos, pero llegaron. Se colaron. Se colocaron y en gran parte han sido aceptados, ya que es imposible borrar solamente una parte del espejo por mucho que te perturbe. Al entrar en el reflejo de la imagen, se amalgaman unos y otros. Tal vez por eso, terminan por aceptarse. Y en muchos casos, conviviendo.
A ese nivel, no hay urgencias, No se come de la basura. Se dispone facilidades y lujos, mas allá de la salud, los tratamientos y las medicinas. El mercado siempre viene abarrotado de exquisiteces y otra magia del laberinto es, que te permite viajar. Desplazarte a otras latitudes, sin dejar de pertenecer al paisaje del espejo. Es allí donde crece, se desarrolla y se fortalece la paciencia de ellos. Si no comes de la basura y lo tienes todo, puedes con tranquilidad ejercer tu papel de, mesías del futuro de los que llamas tuyos, aunque no huelan igual. Jugar a que ellos, son una parte y los otros otra. A que no piensan igual, ni desean las mismas cosas. Como si estuvieran en pugna. Pero sin romper el espejo ya que, unos y otros, a diferencia de los come- basura presentes y futuros, son los únicos que podrían.
Es un divertida representación donde se gana, prestigio y presencia. Se cuenta con un apoyo casi general. Y, si no fueras de los que niegan ese apoyo, no importa, porque estarás muy ocupado comiendo de la basura o corriendo hacia atrás para combatir la corriente insoslayable que te empuja a verte en esa parte del espejo. El que te corresponde. El que te asignan los perfumados. El de los pipotes. Las bolsas negras. Las color naranja. Las azules. En muchas de las cuales todavía puedes leer el nombre del supermercado y su vistoso slogan. Es decir sabrás que los ingredientes de tus sobras son del “rincón favorito del ama de casa” del “paraíso de los vegetales’ de “ la casa de las carnes’ o del “palacio del paladar”
Es un laberinto, que como sabemos, no tiene escape. No tiene salidas. No tiene principio ni tendrá fin.
Es la única imagen propia que tiene. Y por tanto, no puede tocarse. No puede salir. No puede cambiar la realidad que lo refleja. Ni los personajes que le rodean. Ni tan siquiera pueden cambiarse, ellos mismos.
Ese país en el laberinto de los espejos, solo existe en la ilusoria imagen del reflejo.